Dimanche. Día típico otoñal. Sol brillante, pero suave. Con las hojas amarillas por los suelos y una leve brisa que las mueve. Este día había que disfrutarlo. De Montpellier a Sète, 15 minutos de tren y... voilà! Nada más llegar, quisimos encontrar la oficina de turismo, mais... ce n'a pas été possible! Dan queso, café y zumo, pero nosotras ni lo olimos. Nos despistamos con el camino. Fuimos viendo el muelle y sus barquitas, le palais consulaire y le Musée International des Arts Modestes, cuanto menos, peculiar. Después de comer, y aprovechando los últimos rallitos de sol que nos regalaba la tarde, nos tomamos a la orillita del muelle varias boissons et crepes. Mi noisette tenía una cucharilla pequeña de café, detalle que me recordó a mi padre, y su gusto por las cucharillas bien puestas. Fue un buen rato de risas y parloteo. Tan bueno, que éramos observadas (y a lo mejor hasta envidiadas) por nuestros vecinos. En el muelle de la Marine, los restaura...