Lejos pero cerca
La familia, los amigos, mis costumbres. Me queda en
Montp poco más de 15 días para volver a Sevilla por Navidad, como el turrón.
Lejos pero cerca. Con esa sensación aprendes a lidiar el día a día. Menos mal
que me había traído las sábanas de mi cama
Te acuerdas de estar
comiendo en casa en familia. Hablando por teléfono. Charlando con mi madre y
recordándome que estudie. Mosqueándome con mi hermana porque se pone mi ropa, y
antes de dormir me da un beso como si no pasara nada. Echarme la siesta en mi sofá.
Asomarme al balcón, ver a mi padre, y escuchar el bullicio de mi
calle.. Recuerdo los desayunos, los descansos interminables de estudio.
Esas bromas, esas miradas. Ir a voleybol con el equipo. Al Salvador a
tomar algo y encontrarte a media Sevilla... Y me pregunto dónde andará
ahora mi gente. Amigos de aquí y de allá. ¿Qué harán? ¿Cómo estarán las cosas?
Más de uno habrá cambiado algo.
Todo se compra y se vende
menos el cariño verdadero. Éste, se hace, pero también se deshace. En la
distancia sabes qué es de verdad, lo importante, porque se borra lo que no
existía y lo banal. La distancia no impide mantener la amistad,
comunicarte o bromear. Incluso puedes sorprenderte de lo feliz que puedes ser
con un pequeño detalle como ver un comentario en una foto.
Existirá la distancia que
tú quieras que haya. Existirán los silencios que tú no quieras romper. Porque a
mí me da igual el tiempo que pase y donde esté viviendo. Porque sigo siendo la
misma, que vivo los días a mi manera. Porque quien se conoce, sabe cómo y
dónde encontrarse. Por eso no me preocupo de nada. Simplemente, me sigo
acordando de los míos y sonrío.
La distancia para muchos
puede ser un problema. Para mí es una gran oportunidad de aprender un idioma,
conocer gente, nuevos lugares y costumbres. Son 9 meses fuera de mi
rutina, los cuales estoy aprovechandolos como buenamente puedo. Así que dejarme
un hueco que yo con gusto volveré para contaroslos.
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